Robos, asaltos, venta de droga, invasión en veredas y calles enteras, riñas por controlar el espacio público y hasta amenazas son el secreto a viva voz que se ve en las zonas de conflicto como lo son las calles Tomás Sevilla, Manuela Cañizares o Fernández, aledañas al mercado Colón o la Plaza Primera de Mayo, pues no solo están llenas de comerciantes informales, también son recorridas por delincuentes.
Aunque los centros de acopio tienen cámaras de seguridad, guardianía privada e inclusive motorizados policiales hacen rondas de vigilancia, parece que nada es suficiente para combatir los constantes robos.
Por su parte el comercio informal está dejando en la quiebra a los comerciantes de las plazas y mercados de estas zonas en las cuales los arrendatarios dicen que “sus ventas se mueren”, no solo a causa de la pandemia, sino también por la presencia de estas personas y por los actos delictivos que ocurren en los alrededores.
Controles con policías, motorizados, cámaras de video vigilancia, inclusive caballería que circulan durante el día, son las acciones implementadas por los uniformados, sin embargo, la presencia de extranjeros los semáforos no cesan.
Lamentablemente la autoridad ha perdido la batalla, pues las pocas acciones ejecutadas por las entidades de control no han logado frenar esta problemática, por el contrario, las estadísticas siguen aumentando y los principales afectados son los ambateños que temen pasar por estos lugares debido a la inseguridad existente.
