Más petróleo y menos vehículos eléctricos

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Por: Luis Fernando Torres

La era de los combustibles fósiles está lejos de terminar. Chevron y Exxon, dos gigantes estadounidenses del mundo petrolero, han invertido 113 billones de dólares en la explotación de los campos de las compañías Hess y Pioneer, a pesar de las advertencias de la Agencia Internacional de Energía acerca de la esperada alza y posterior caída de la demanda de hidrocarburos. Chevron no tuvo reparo alguno en pagar a Hess 53 billones de dólares. Sus directivos saben, al igual que los de Exxon, que la demanda de petróleo estará en lo alto hasta, por lo menos, el año 2050. De este modo, las multinacionales estadounidenses, independientemente de la vocinglería ambientalista de Biden, consolidan la explotación petrolera en América del Norte, mientras se debilita la producción petrolera de las multinacionales europeas, sometidas a las prohibiciones de las autoridades ambientales del Viejo Continente. También dejan de depender del petróleo producido por Rusia y los árabes. Y, por último, sacan provecho del restablecimiento de los flujos de petróleo venezolano a Estados Unidos.

Ecuador, en cambio, no toma medidas para recuperar la producción petrolera y opta por el cierre de campos en producción, como los del Bloque 43-ITT en el Yasuní, que aportan alrededor de 57.000 barriles diarios. El 2023 la producción diaria ha caído a 387.000 b/d, cuando, hace una década, superaba los 500.000 b/d. El gobierno que ya pronto se va es uno de los grandes responsables de la tragedia petrolera ecuatoriana, por no haber atraído inversión hidrocarburífera de calidad para exploración y explotación y por haber descuartizado la estructura de mando de Petroecuador.

Por su parte, el sueño de los vehículos eléctricos ha comenzado a desvanecerse en Estados Unidos. General Motors y Ford han bajado su producción y han señalado que prefieren pagar las multas al gobierno que aumentar la producción de esos vehículos, cuya demanda ha descendido y cuyos costos de producción son tan altos que no se compensan con los subsidios gubernamentales. Nuevamente se abre un horizonte para los vehículos a gasolina y diésel.

El Ecuador debe mirar atentamente esas tendencias en el mundo del petróleo y de los vehículos eléctricos para no incurrir en la trágica experiencia que están viviendo especialmente los europeos, por haberse sometido a un proceso de descarbonización despiadado, que ha subido los costes de vida de los ciudadanos y ha desalentado el crecimiento económico.

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