Queridos hermanos, paz y bien. Misa Dominical

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Hemos dejado atrás los tiempos litúrgicos de Adviento y Navidad, y nos recibe el tiempo ordinario, que no aburrido. Todo lo vivido hasta ahora nos puede ayudar a afrontar este periodo que llega hasta el Miércoles de Ceniza, en este año, el 14 de febrero.

Ser cristiano es una llamada personal. No es apuntarse a algo. No es ser miembro de un partido, o tener el carnet de un equipo de fútbol. No es una ideología. Tampoco algo para un horario concreto. Es un estilo que abarca toda la vida, sin vacaciones ni descansos. De día y de noche, en trabajo y en el ocio. A tiempo completo.

En el Evangelio vemos a dos discípulos de Juan que tienen ganas de buscar. “¿Qué buscáis?”, les pregunta Jesús. Querían saber dónde vivía Cristo. Están dispuestos a salir de su zona de confort, para encontrar al Mesías. Tenían ya un maestro, a Juan el Bautista, pero buscaban al Maestro, al definitivo. Un buen ejemplo para nosotros, a los que nos cuesta salir de la cama, para ir a Misa, de nuestro grupo de siempre, de nuestras oraciones de siempre… Y nos quejamos de que no encontramos al Señor. A veces hace falta un esfuerzo, para verlo. Y confiar en la palabra de los que saben más de esto.

Dice el Evangelio que se quedaron todo el día. En realidad, me parece que se quedaron más de un día. Ese encuentro con Jesús les cambió la vida para siempre. Anduvieron con él, vieron cómo hablaba, cómo predicaba, cómo se relacionaba con la gente, y los “llamados” se convirtieron en “llamadores”. Esa fue la tarea de Elí, de Juan Bautista, de los primeros discípulos… “Hemos encontrado al Mesías”, y llevaron a Pedro hasta Jesús.

Quizá podamos decir algo más. Si un cristiano no habla de su experiencia del Mesías, si no comparte con otros hermanos su encuentro con Cristo, lo que ha aprendido después de estar un día con Él, si no ha sentido cómo ha recibido una llamada para evangelizar… Pues no somos cristianos del todo. Tenemos que seguir creciendo como creyentes.

Dios Padre y el mismo Jesucristo necesitan siempre de colaboradores a tiempo pleno, para llevar a cabo su tarea. Quieren que tú participes. Cuando hay tantas cosas que hacer en la Iglesia y en el mundo, y cuando hay tantas cosas que no se hacen, ¿no será que nos hemos puesto unas anteojeras y unos tapones, para no ver ni escuchar, para no complicarnos la vida con las cosas del Padre? Es un buen momento para reaccionar. Dios te llama. ¿Qué vas a responder?

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