Horizonte económico optimista

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Por: Luis Fernando Torres

Hace tan sólo tres meses el pesimismo era parte del sentimiento generalizado de los principales actores de la sociedad ecuatoriana. La pésima gestión de Lasso había dejado la sensación de fracaso en el manejo tanto de la economía como de la seguridad. Los analistas anunciaban que la deplorable situación de las finanzas públicas y la reducción del crecimiento económico podían provocar un duro golpe a la dolarización y a la solvencia financiera. No faltaron quienes recordaron que la dolarización estaba fuera de peligro en un escenario de debacle fiscal.

Frente a tantos riesgos e incertidumbres, la inversión se detuvo. Hubo, por un momento, un gran desconcierto sobre las posibilidades de recuperación de la economía nacional, alimentado, a su vez, por un riesgo país que subía por las nuevas y una arremetida delincuencial sin precedentes.

El Presidente Noboa asumió el poder sobre las cenizas de las finanzas públicas, con una economía paralizada y la delincuencia perturbando las actividades productivas. Era impensable que en tan poco tiempo lograra reemplazar la sensación de pesimismo por la de optimismo en el imaginario colectivo.

Con imaginación y decisión logró que se incrementaran los ingresos fiscales para que las finanzas públicas dejaran de ser un problema. Si bien los nuevos tributos no serán suficientes para atender todas las necesidades de la caja fiscal, al final abrirán el camino para que el Ecuador reciba flujos de los organismos multilaterales. Simultáneamente, arremetió en contra de la delincuencia y el crimen organizado para recuperar la paz ciudadana y general un clima atractivo para las inversiones y los negocios.     

Ahora, se ha levantado un país distinto del que dejó Lasso. El optimismo frente al horizonte económico se ha generalizado . Los actores económicos y la misma gente saben que pueden invertir y desarrollar negocios.

En el horizonte de optimismo, que ha construido Presidente Noboa, ya se han comenzado a identificar oportunidades. Y esa es un buena señal del cambio de rumbo en el Ecuador.

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