Por: Luis Fernando Torres
La gran derrotada, desde una tarima a la que se habían subido sus compañeros con la seguridad que reconocería la pérdida, dio un giro inesperado a su discurso y desconoció el rotundo triunfo de Noboa con el peregrino argumento que la diferencia de más de un millón de votos no guardaba correspondencia con dos encuestas al servicio de la revolución ciudadana. Para Luisa, dos encuestas, cuyos resultados no presentó ni, menos aún, las respectivas fichas técnicas, tenían más fuerza que la voluntad mayoritaria de los ecuatorianos consignada en actas escrutadas por el CNE.

Inmediatamente se desmarcaron los alcaldes y prefectos de la revolución y reconocieron a Noboa como el ganador. Se hicieron eco del dislate solamente Maduro, Petro y Sheinbaum. Descolocada por sus compañeros, Luisa quedó al amparo de un dictador y dos socialistas cuestionados. Los veedores internacionales confirmaron, al unísono, que no había ocurrido fraude alguno. La derrotada decidió guardar silencio y no reconocer que se equivocó.
Cometió un imperdonable error, la derrotada, cuando decidió inventarse un fraude. Difícilmente podrá levantarse entre los escombros de su imaginario fraude. Fue tan infantil en su destemplado anuncio como lo fueron aquellos que, a última hora, se subieron al carro de la revolución, entre ellos, Iza y sus correligionarios que llegaron a suscribir un documento de compromiso y alianza con el cabecilla indígena.
Al dictador Maduro es fácil entenderle porqué repite el argumento de Luisa,dado que es un experto en fraudes. A la presidenta de México, de igual manera, se le puede comprender su adhesión a la causa de Luisa, después de todo en México se han refugiado los compañeritos de la derrotada. Además, no le perdona a Noboa el ingreso a la embajada para apresar a Glas. A Petro no se le entiende. Dice ser amigo de Noboa, una veedora colombiana que estuvo en Ecuador le pidió que se callara, está acorralado por los opositores, y, a pesar de ello, cuestiona que los militares ecuatorianos hayan estado en los recintos. Se olvida que los militares estuvieron allí legalmente para garantizar el orden y proteger a los electores.
Noboa ganó sin fraude alguno. No tiene importancia lo que piense Maduro. A Luisa, lamentablemente, se le pasó el tiempo para disculparse con el país por su dislate del fraude.