Por: Luis Fernando Torres
También Colombia se encuentra en medio de un debate de naturaleza constituyente. El Presidente Petro está tratando de desencadenar la convocatoria a una Asamblea Constituyente, cuando está a pocos meses de que termine su mandato. Después de varios rechazos a esa idea entre los Senadores y Diputados, optó por presentar una ley que abra el proceso constituyente. Existen escasas posibilidades de que la ley se tramite, menos aún que se la apruebe. En todo caso ha movido el avispero político.
La razón para la iniciativa constituyente es la de la impaciencia de Petro por el bloqueo sistemático a sus proyectos legales en el Congreso y en el Senado. Al menos eso es lo que se dice en la motivación de la ley. Los críticos sostienen que esa razón no se sustenta en evidencias fácticas. El bloqueo, del que habla el Presidente, es imaginario. En el fondo, lo que busca es la generación de incertidumbres que compliquen a sus adversarios en las cercanas elecciones presidenciales.
La inclusión de Petro, su familia y sus colaboradores cercanos en la lista Clinton, ha colocado en un lugar secundario, por ahora, a la iniciativa constituyente. Petro ya no habla de la urgencia de instalar una Asamblea Constituyente sino de la falta de méritos del gobierno de Estados Unidos para incluirle en la lista Clinton. Acorralado por Trump, se ha desdibujado completamente, aunque no ha perdido potencia electoral. El candidato Cepeda, de la izquierda colombiana, ganó las primarias con casi dos millones de votos en el mismo frente que auspicio a Petro hace tres años.
El problema de la constituyente colombiana es que no cuenta con el apoyo de los grupos de poder ni de la mayoría ciudadana. Además, la preocupante situación del Presidente frente a Estados Unidos, le ha debilitado considerablemente. El proceso constituyente en el Ecuador se encuentra, en cambio, en otra situación, con un Presidente popular y respetado por el Gobierno de Estados Unidos y una mayoría de ciudadanos que espera un cambio constitucional.







