Preparad el camino del Señor, Misa Dominical

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Las Lecturas de este Segundo Domingo de Adviento nos invitan a prepararnos para la celebración de la venida de Jesús, al celebrar su cumpleaños en esta Navidad.

Todo Adviento, entonces, tiene este sentido de preparación. Todo Adviento contiene un llamado a la conversión, al cambio de vida. Será, por tanto, una oportunidad maravillosa para crecer en la fe, aumentar la esperanza y mejor practicar la caridad.

El Evangelio de hoy nos presenta a San Juan Bautista, uno de los principales personajes bíblicos de este Tiempo de Adviento. La Liturgia de estos días nos recuerda las cosas que hacía y que decía el Precursor del Señor. Este personaje ya había sido anunciado en el Antiguo Testamento como “una voz que clama en el desierto” y que diría: “Preparen el camino del señor… Rellénense todas las quebradas y barrancos, aplánense todos los cerros y colinas; los caminos torcidos con curvas serán enderezados y los ásperos serán suavizados” (Is. 40, 1-5).

Los que conocían la profecía de Isaías no deben haber dudado al ver a San Juan Bautista, pues por el retrato que hacía de él el Profeta Isaías, era inconfundible el personaje. Pero, más aún, al observar lo que decía ya no quedaba la menor duda sobre su papel como Precursor de Cristo.

El Adviento es tiempo propicio para responder a la llamada de San Juan Bautista. Es la misma llamada que nos hace el Mesías que viene y que nos hace la Iglesia siempre, pero muy especialmente en Adviento: conversión, cambio de vida, enderezar el camino, rebajar las montañas y rellenar las bajezas de nuestros pecados, defectos, vicios, malas costumbres, faltas de virtud; nacer de arriba, nacer del Espíritu Santo, etc.

Jesús fue anunciado en el Antiguo Testamento. Y vino. Vino hace unos 2.000 años. Pero esperamos otra venida. Esa es al final del tiempo. También ha sido anunciada. No la podemos evitar. Y puede venir en cualquier momento “como los ladrones”-nos dice el Señor y nos lo recuerda San Pedro. Pero el final del tiempo nos viene también a cada uno el día de nuestra muerte, que puede sorprendernos también como los ladrones, en cualquier momento. ¿Estamos preparados?

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