Por: Álvaro E. Sánchez Solís
El día de hoy inician las labores de la Asamblea Nacional que fue designada para el período 2025-2029, después de unas votaciones intensas y polarizadas. Hoy, el partido de gobierno, Acción Democrática Nacional (ADN), buscará afianzar su poder político obteniendo la Presidencia de la Asamblea Nacional. Ese, por ahora, es el escenario más probable. Annabella Azín, asambleísta electa por ADN, liderará la sesión inaugural, dado que su lista obtuvo la mayor votación, según el Consejo Nacional Electoral (CNE). Esto posiciona a ADN como favorito para presidir el Legislativo, especialmente tras haber sumado apoyos en varias tiendas políticas.

Por otro lado, resulta histórico que el Movimiento Revolución Ciudadana (RC) perderá, después de varios años, la hegemonía que ha mantenido en la Asamblea Nacional, pues sus exaliados están en otras trincheras. La RC, hoy en día, es una caricatura mal elaborada de lo que alguna vez fue, fiel reflejo de lo que sucede con su líder, Rafael Correa Delgado, un personaje relegado a la intrascendencia y a la mofa, debido a su insistencia en la leyenda de la tinta transferible. La RC se mantiene como una fuerza relevante, pero sin la mayoría absoluta que ostentó en el pasado.
Esta Asamblea Nacional enfrentará varias tormentas políticas, entre ellas, la idea del presidente Noboa de sustituir la Constitución de Montecristi, proyecto que ha generado un amplio debate en el foro constitucional y jurídico. Noboa propone una Asamblea Constituyente para reemplazar la Carta Magna de 2008, impulsada por Correa, con el objetivo de liberalizar la economía y endurecer medidas contra el crimen organizado. La RC, liderada por Luisa González, defiende el legado de Montecristi, argumentando que no es prioritario cambiarla. La polarización entre ADN y RC, que concentran casi el 90% de los escaños, obligará a ambos a negociar con minorías como el Partido Social Cristiano (PSC, 4 curules) para alcanzar los votos necesarios para aprobar leyes o reformas.
Así se pinta el escenario para hoy. Los movimientos dominantes alistan sus alianzas para dirigir la Asamblea Nacional y para obtener, cada uno, lo que le toque en la distribución de las comisiones legislativas.