La economía nacional en las dos caras de Jano

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Por: Luis Fernando Torres

Existe dinamismo en la actividad privada, aunque el crecimiento de la economía lo haya estimado el Ministerio de Economía en 2,8%, un punto menos que el Banco Central. En lo que va del año 2025, las ventas se han disparado, los bancos han movilizado más recursos, la inflación ha sido bajísima, la pobreza ha descendido y el riesgo país se ha desplomado. Lo ha demostrado el Presidente Noboa con cifras. Este empuje presenta el rostro de un país en movimiento, con optimismo y futuro.

El otro rostro es más sombrío. Del lado de la actividad económica estatal el panorama es menos alentador. Si bien el Gobierno ha logrado, en perspectiva y con responsabilidad, la reducción progresiva de la brecha entre ingresos y egresos para que en un lustro el déficit esté cerrado, el fisco sigue padeciendo de la enfermedad propia de la falta de recursos para cubrir gastos, muchos de ellos inflados desde la época revolucionaria del gasto a mano abierta. Por ello, la ejecución presupuestaria de este año no ha avanzado al ritmo esperado, la obra pública se ha situado en mínimos y ciertos servicios públicos no han podido prestarse con la eficiencia esperada. Ni siquiera los positivos esfuerzos del Gobierno para conseguir fondos del exterior han sido suficientes para cubrir el gasto completo. Los subsidios a la seguridad social han venido transfiriéndose con gran dificultad. En todo caso, de una comparación entre la situación fiscal de noviembre de 2023 y de noviembre de 2025, ahora es bastante más manejable, aunque el endeudamiento interno y externo continúe al mismo ritmo de antes.

La inversión extranjera, de la que se esperan los flujos para dinamizar la economía privada y la estatal, sigue entre las más bajas de Latinoamérica. Diez veces menos que la que ingresa a Colombia y a Perú. La Constitución estatista de Montecristi es una de las razones de la tan baja inversión extranjera, con sus normas prohibitivas para la inversión privada en los llamados sectores estratégicos, en los que sólo es posible la participación privada por excepción. Otra explicación está en el activismo ambientalista y anti extractivista de la Corte Constitucional. Y, por último, en el tejido normativo legal y reglamentario que sofoca a los inversionistas con la posibilidad de expeditos procesos sancionatorios, reversiones y tasas a la carta y el inevitable impuesto a la salida de capitales.

La economía ecuatoriana se aprecia mejor en las dos caras de Jano, el dios de la mitología romana. Lo que habría que esperar es que el dinamismo de la economía privada sea el rostro del futuro y la enfermedad del fisco sea la cara del pasado.

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