Anulados por el sectarismo

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Por: Luis Fernando Torres

En Estados Unidos, a una pareja ejemplar se le negó la posibilidad de adoptar a un menor abandonado por la única razón de ser los dos católicos practicantes, de asistencia a misa cada domingo y comprometidos con ayudas a los necesitados de su iglesia parroquial. La funcionaria del gobierno que rechazó su pedido sostuvo que esa pareja de esposos casados iba a transmitir al menor los valores católicos, es decir, a influir en él desde su religión, alejándolo de la ideología progresista y de género. En lo personal y sicológico la pareja de adoptantes era completamente normal, por lo que no había riesgo alguno de desviaciones o traumas. El impedimento era su condición de católicos devotos. 

En tiempos no muy lejanos, era una credencial incuestionable la de la práctica religiosa, inclusive la práctica del catolicismo en un país de mayoría protestante. Desde que la ideología de género penetró todos los estamentos del gobierno, la legislación y la judicatura, la postura religiosa es vista desde el prejuicio por quienes dice ser parte de la nueva progresía. 

En nuestra país, varios jueces constitucionales, imbuidos de prejuicios, le dieron la vuelta al texto constitucional, utilizando una opinión de la CorteIDH, sin carácter vinculante ni superior a la Constitución. Poco les importó que la misma Constitución dijera que sólo puede modificarse con la intervención de la asamblea, del pueblo o, dependiendo de la magnitud del cambio, de una constituyente. Seis jueces eliminaron del texto constitucional las palabras hombre y mujer en relación con el matrimonio. Fue una operación constitucional arbitraria y muy criticada por otros jueces de la misma CC. 

El sectarismo también ha aterrizado en la campaña electoral para excluir y anular a otros desde una postura anti. En efecto, muchos políticos y electores dicen soy anti y, por eso, le niego el derecho al otro de ser candidato u opinar. No se debaten las propuestas, los antecedentes ni el lugar del cuestionado en el tablero político. Les basta decir soy anti y punto final. Con el simplismo más estrecho toman posturas y decisiones, renunciando a lo que hace del ser humano, verdaderamente humano, esto es, su capacidad de pensar y reflexionar.  El sectarismo va a ser decisivo en la elección del nuevo Presidente y de los asambleístas el 20 de agosto, en un entorno contaminado por el resentimiento y la frustración. 

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